Él siempre quería jugar a que era el príncipe de algún reino inventado y podía pasar horas jugando a eso sin cansarse.
Un día por la noche, él se fue a la cama a dormir y había estado todo el día jugando de una manera muy interna durante toda una tarde, así que por la noche empezó a soñar que era el príncipe de un reino en Francia y que tenía el máximo poder y que pronto le iban a dar el puesto de rey.
A la mañana siguiente, se despertó y se dio cuenta de que todo había sido un sueño, se puso a llorar porque lo había soñado y le había parecido muy real. Se puso muy triste, pero él siguió con ese sueño hacia adelante. No se rindió nunca.
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